La semana pasada leí una noticia que me dejo pensando muchas cosas. Se refería a Sam, una koala que se hizo famosa por una foto que la mostraba tomando agua de una botella que le dio un bombero tras sobrevivir a los peores incendios de la historia de Australia. Lamentablemente tuvo que ser sacrificada tras descubrirse que sufría una enfermedad.
El gobierno australiano, le rindió tributo a Sam, alegando que se convirtió en una heroína que encarnó el espíritu nacional. El propio Primer Ministro se refirió a ella como un icono que le dio al mundo la impresión de que ese país, podía salir adelante después de haber sufrido una catástrofe de esa naturaleza.
Bajando esa problematica a nivel individual, cuantas veces no hemos transitando por una etapa bastante difícil y nos damos por vencidos antes de tiempo. Si bien en la noticia el símbolo de la unidad, fuerza y cohesión del pueblo australiano se vio reflejada en un Koala, creo que nosotros podemos hacer lo propio simbolicamente, al depositar día a día confianza y credibilidad en nosotros mismos.
En nuestra cultura se dice que cada persona, al momento de nacer, tiene ya el espíritu de un animal, que se encarga de protegerlo y guiarlo; entonces habrá que identificar a nuestro propio Sam, para que nos guíe en esos momentos en que sentimos que se nos viene el mundo abajo.
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