martes, 15 de noviembre de 2016

Dulce tristeza

He pasado todo el día viéndote en mi mente. Reconstruí cada pedazo tuyo, de tu dedo al ombligo, de la nariz al tobillo, del cabello a la pantorrilla. Mi mal es inventar amores platónicos. Pienso, siento, sueño, vivo contigo aquí en medio de todos mis pensamientos, de los más nobles a los más profanos.
Sentí algunos síntomas del amor romántico, temblores, vergüenza y de repente me quedaba mudo. Habría sido mejor seguir dañado, solo y amargado, y así evitar esa necesidad por querer entender qué salió mal.
No quería aceptar cuanto me hacías bien. Cuando te veía sonreír mi pulso se aceleraba. No quería que supieras mucho de mí, no quería compartir mi soledad contigo. Juntar dos soledades no es amor. Todo esto terminó justo cuando empezaba. Seguiré la misma receta para olvidar, altas dosis de soledad, escuchar la misma canción y encerrarme en mis pensamientos, esperando que llegue el momento en que domine mi corazón que me desobedece cada que te pienso.