domingo, 11 de abril de 2010

Tu presencia

Ella abrió los ojos aquella mañana, dejando escapar un leve suspiro. Tal vez porque el ruido de la lluvia que se colaba por la ventana invitaba más a buscar una nueva posición sobre la cama, que enfrentar la regadera y todo ese ritual del baño. Parecía que la noche había sido muy corta por el cansancio acumulado a lo largo de la semana, o quizá ese leve suspiro era un resquicio de los sueños nebulosos y turbulentos que se habían apoderado de su mente durante la noche. Ese suspiro no tardo en convertirse en un gruñido cuando buscando el coraje necesario para levantarse, movio la sabana blanca que la cubría, sintiendo el choque de la fría brisa matutina contra su piel morena y desnuda. Se estiro relajando todos sus músculos y después paso sus manos por sus senos en un gesto poco usual. Era como si algo estuviera faltando ahí; claro faltaban los dedos posados sobre sus pezones obscuros y sensibles, presionando, rozando, envolviendo.


Esa sensación la hizo voltearse, encogió las piernas y se abrazo a sí misma, resintiendo menos los embates de la fría brisa. De pronto sintió una extraña sensación, como si alguien se hubiese levantado de esa misma cama dejando rastros de su calor y de su presencia. Deslizo su mano derecha por sus caderas recorriendo vigorosamente su piel morena, mientras tomaba consciencia de su cuerpo entero. Toda su piel vibrava como si exhalase la impresión dejada después de un largo abrazo; todavía podía sentir su pecho comprimirse contra ese torso, el brazo fuerte la tomaba por la cintura, incluso llego a sentir la respiración caliente en el cuello. Inquieta, abrió los ojos para darse cuenta que realmente estaba sola, pero no pudo evitar recordar las imagenes y sensaciones de su sueño que la hacian contraer los músculos de la pelvis y cerrar los ojos mientras gemía. Recordó sus movimientos, la cadencia, el deseo, la mordida del cuello, los dedos aprisionando sus caderas, los murmullos en el oído, la respiración pesada, la presión, la urgencia, la fuerza de cada estocada, el placer insoportable, los gritos, el gozo.


Con los ojos apretados, se lleno de arrebato y deslizo su mano entre sus piernas de donde escurría fuego liquido, con movimientos frenéticos de los dedos termino por disolverse nuevamente en una sacudida violenta y extasiante. Abrazo la almohada mientras su cuerpo se tranquilizaba y se quedo quieta observando las sombras en las cortinas, diciéndose a sí misma que ya era tiempo de levantarse. Piso el suelo frío, se vio en el espejo contemplando sus cabellos obscuros revueltos, los ojos intensos, los labios rojizos. De nueva cuenta tuvo esa sensación; dedos jugando con su cabello. Corrió hacia la regadera, aquel cuarto no era más un lugar tranquilo, la presencia de el había tomado todo. Maldito.

2 comentarios:

dra_dientes dijo...

Wow, tenia como ganas de leer algo así. Excelente!

Dra. Zombie dijo...

Encuentra la falta de ortografía y será el mejor sueño jamás relatado!