viernes, 29 de mayo de 2009

Prueba psicológica o prueba de fe?

Hace unos días fui a visitar a una tía que vive en Metepec, ya saben nada como un domingo para reunir a la familia. El sol estaba pegando fortísimo y decidimos entrar a la casa y tomar algo, comenzamos con la platica sin que tuviera la más mínima idea de lo que estaba por venir. De pronto mi tía comentó que quería enseñarnos algo, se levantó y fue por una taza a la cocina y le dijo a su esposo -un ateo declarado- que nos platicara lo que le había sucedido. Resulta que unos días antes, su esposo llego a la oficina y se le antojo un café, por lo que tomó su taza y se dirigió hacia el baño para enjuagarla, pero justo antes de abrir la llave del lavabo, notó que los rastros del café habían formado una figura parecida a la "Morenita del Tepeyac". Cuando me enseñaron la taza, no supe bien como reaccionar, acaso era una prueba de fe y debía pensar que era una de esas manifestaciones divinas a las que la Iglesia Católica tiende a denominar milagro, o bien eso podría ser un Test de Rorschach, sí, de esas que utilizan los psicólogos principalmente para evaluar la personalidad.


A pesar de la disyuntiva mental en que me encontraba, preferí hacer gala de mis dotes histriónicos poniendo mi mejor cara de asombro sin emitir ningún comentario, la platica continuó hasta que llego el momento de volver a casa, durante el camino de regreso pensé en replicar los mismos pasos que me habían relatado unas horas antes y ver que resultado obtenía. Así transcurrió la tarde del domingo, hasta que por fin llego el lunes. Ese lunes era diferente, llegué a mi oficina y después de encender la PC y ordenar los asuntos que tenia pendientes para ese día, inicié meticulosamente con la preparación de la cafetera para obtener un café lo suficientemente decente como para sobrellevar las viciscitudes que se me presentasen durante el día, de hecho para esta ocasión agregué un poco más de café esperando que la última taza del día tuviera los rastros necesarios como para poder llevar a cabo mi experimento.


Martes 8:45 a.m., después de revisar mi correo electrónico, me dirigí hacia la mesa en donde está la cafetera y junto encontré mi taza debidamente colocada boca abajo, estiré mi brazo, tomé la taza y procedí a observar la figura que se había estampado dentro de ella. No, no encontré ninguna manifestación divina, había algo totalmente diferente; los asientos del café habían dibujado lo que a mi parecer era la silueta, (por cierto bastante estética) de una mama con un pezón bastante coqueto. No pude evitarlo e inmediatamente me vino a la mente la letra de una canción que se llama "Mania de Peitão", acaso mi inconsciente me estaba tratando de decir algo, me tome unos minutos y reflexione. Desde siempre me he confesado un amante de la formas femeninas; sin embargo, nunca le había dedicado especial atención a las mamas, tampoco me malentiendan, ¿A que hombre no le gusta apreciar unas mamas que generen armonía con el resto del cuerpo de una mujer? Habiendo aclarado lo anterior, resulta por demás obvio, que mi reflexión va por otro lado; si bien las mamas forman parte de la silueta femenina, hay otras partes a las que les presto más atención cuando admiro el cuerpo de una mujer.


Finalmente después de mi reflexión me vinieron algunas cosas a la mente que quiero compartir:


- Todavía no se me aparece ninguna virgen, ya sea en una taza o en persona.

- El pezón coqueto me hizo el día.

- De vez en cuando y estratégicamente hay que dejar de ver a las mujeres a los ojos. (Whatever that means)


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