viernes, 9 de julio de 2010

¿Puta?



No podía soportar más de una semana sin sexo, aunque eso no era evidente. Lía era recatada, tímida, su risa era modesta, no tenia mirada lasciva, tampoco se pintaba la boca ni usaba ropa pegada y mucho menos pensar en escotes pronunciados. La verdad es que no era nada agraciada.


Después de terminar con su única relación, no pasaba más de un día sin que ella pensara en coger y a pesar de que continuaba con esa imagen de niña, todo en su mente era pornografía. Roberto, quien la había conocido en la intimidad, sabía muy bien de sus deseos. Bien dice la sabiduría popular, las calladas son las peores. Apenas le metían la mano entre las piernas y se transformaba, se mojaba completamente de tanta excitación, gustaba de pasar por todo su cuerpo la humedad que tenía entre las piernas. En esos momentos, su olor cambiaba, sus pechos de niña crecían, soltaba su cabello, sus labios se enrojecían hasta el punto en que cualquier persona que la viera pensaría: es una puta.

Roberto la cambió por otra más fogosa, más mujer. Lía, al no tener a nadie para satisfacer sus deseos primarios, lo hacía llenando su imaginación con fantasías que nunca pensó que pudiera tener. Se imaginó siendo perseguida por el portero del edificio, este, le arrancaba las bragas mientras la tomaba por la fuerza y le metía los dedos sucios en la boca. La esperanza de que un extraño en la calle le metiera la mano, la hacía estremecer. Sin embargo, si un hombre se acercaba con vehemencia, ella bajaba los ojos tratando de desaparecer.

Entre la ansiedad, la timidez y el deseo, no sabia bien como reaccionar. La madre sospechaba. Los ojos de su hija eran más profundos, dejaba toda la comida en el plato. Decía que su error había sido entregarse al hijo de puta de Roberto. Pero sólo Lía, sabía que su problema no era Roberto, más bien lo que el había hecho con ella. Haberse metido donde se metió, haber sentido sus dedos, su lengua y su pene por todo su cuerpo; hasta el punto en que no sabía qué le había dado mas placer. Ella languidecía.

- La madre amenazo, mañana mismo irás al médico.

Lía no quería ir al médico, no estaba enferma. Además, cómo le diría que su problema era que sólo pensaba en sexo. Muy a su pesar fue. La madre era implacable.

- Buenas tardes, tengo una cita.
- Lía verdad, el Doctor te está esperando.

Entró cabizbaja. El médico le pidió que se pusiera la bata verde-agua y se acostara en la camilla. La enfermera la ayudó acomodando sus piernas en los soportes laterales. Una vez acostada boca arriba, con las piernas abiertas y suspendidas, dejó de sentir frío. Su rostro estaba ardiendo y ella sabía exactamente lo que estaba sucediendo. El médico tocó suavemente sus pechos y presionó su vientre, mientras ella ardía y se ruborizaba. Con mucha cortesía, el médico le advirtió que iniciaría el tacto y antes de que pudiera terminar la frase, ella ya lloraba de placer....

- Por favor , por favor!

1 comentario:

jess dijo...

Un muy buen amigo me dijo un día: "Si vas a tener una "P" en la frente, preferible que sea de "puta" a que sea de "pendeja".

Saaaaabe.