domingo, 4 de julio de 2010

El último - final



Si pudieras dividir tu vida en rebanadas, ¿cuál sería el tamaño que ocuparía la de el pasado en ese pastel imaginario? ¿Qué tan capaces somos para superar el dolor y las pérdidas?





Sofía se despertaba cada día deseando que Mikel dejase sus pensamientos y obstinadamente creía que estaban conectados por una frecuencia y que entre ellos había una comunicación silenciosa. Era preferible pensar así, a hacerse a la idea de que nada de eso era real y que toda esa intensidad no era más que su propio entusiasmo. Ella era maestra en la creación de situaciones incomprensibles, se esforzaba en encajar con la persona que estaba a su lado, más que en sus ambiciones. Rogaba para que esa persona con la que a veces compartía su cama se acoplara con su lordosis y le ofreciera el hombro como almohada.



Ya no sabía en cuál de los dos pensaba más, si en Mikel o en Eliane. Tenía pensamientos absurdos con los dos, hasta el punto de querer estar entre ellos siendo escuchada y recibiendo afecto. Todos sus sentimientos estaban así, completamente irracionales, sin parámetros, alternados e inconstantes. Vaya locura que debió ser eso. Tenía pena de Eliane, porque sabía que pasaría por todo lo malo que ella vivió. No obstante se echó a reír al mismo tiempo, mientras le escribía una carta.



El no te fue fiel, mantuve encuentros con él mientras tu estabas trabajando. Fui a tu casa, vi tus fotos, tus cosas y también vi cómo el te ha amoldado, justo de la misma forma en que lo hizo conmigo. Tampoco lo juzgues como una traición, aún formo parte de su vida y tú lo sabes. Estoy más presente en tu vida, incluso mucho más que el, así como tu lo estás en la mía. Y eso me permite entender lo que a el le gusta de ti.



Casi puedo ver como él se hace la víctima y tu dices lo que quiere oír. Él dirá que es débil y tu responderas que es fuerte. Te dirán que es un patán y tu lo negaras diciendo lo bueno que es. Al final, esa es una buena manera de sacarlo del pozo en el que él mismo se ahogo. Pero un día la temporada de shows se acabará, terminaras por quitarte la máscara y te darás cuenta que todo lo que hiciste o dijiste en nada habrá servido para que el fuera mejor. La obra es la misma y quien la escribe es el. Yo estoy por deshacerme de ustedes. Sin embargo, todavía te veo con la esperanza de que tu historia tenga un final diferente. En cuanto a ti, disfruta lo que puedas y si quieres saber el final, ya sabes dónde encontrarme.



Cuando terminó el texto, dio click en el botón de send y ni siquiera lo revisó por aquello de que se arrepintiera de último momento. Ya una vez enviado leyó línea por línea, tensa, con miedo, aunque en última instancia, esa era una redención merecida, pero tan inesperada, casi como encontrar dinero en la bolsa del pantalón y se sintió abrumada por una sensación de libertad. Puso fin a sus noches de llanto, a sus fobias, a las ideas psicóticas, todo fue finalmente reemplazado por un sentimiento furtivo de tranquilidad, pero que merecía ser aplaudido.



Lo volvió a leer, ahora ya sin sufrimiento, sin sentir el reflujo de esa historia directo en su esófago. Y es que esa, ya no era su historia. Era la historia de dos personas, felices o no, locas o no, que se amaban o no, pero sin duda condenadas a la mediocridad y a la repetición. ¿Cómo es que algo así, tomó años para ser tan obvio? Ver la situación desde arriba, como lector y espectador le dejo en claro que ya no era necesaria la venganza. Que la mayor venganza, no la daría ella; se la darían ellos mismos. La convivencia, la rutina, el peso del día a día, lo que inevitablemente acabaría por consumirlos. Tantos planes de sangre y escándalo y la mayor venganza estuvo allí desde el principio: condenar el uno al otro. Nada de lo que hubiera podido pensar, habría sido más cruel que eso.



1 comentario:

jess dijo...

"Devolverle al corazón aquello que se ha perdido en el dolor."

Decía un libro que leí en mi incipiente juventud.